No es “mamitis” es “apego”
“No es mamitis, es apego”, pues la necesidad emocional de los niños pequeños es importante que sea atendida con paciencia y amor por sus cuidadores y en especial por su mamá.
Cuando un bebé nace rompe abruptamente con la comodidad y seguridad a la cual estuvo acostumbrado durante nueve meses. Viene de un mundo cálido y llega en cuestión de segundos a uno frío, ya no está dentro de su mamá y no entiende lo que pasa.
Por ello, lo más normal es que el niño posea un sentido de pertenencia hacia su madre y que entre ellos se cree un vínculo natural, el cual algunas personas tildan de dependencia, malcriadez o mamitis.
“Las primeras impresiones del bebé son fundamentales en su vida, entonces imaginen que no se sienta acogido”, advierte la psicóloga Darcia Narváez.
La mal llamada mamitis no es otra cosa que el apego seguro, que mamá, papá y la familia que nos rodea deben reconocer, así como respetar. Además, están llamados a ser partícipes de este proceso, en el cual no valen frases negativas que afecten el desarrollo de esa conexión.
“Quiero subrayarlo como una necesidad, porque no se trata de un capricho ni de un lujo, es un derecho. Cargar y asistir al bebé es una tarea especializada que la madre realiza sin tener mucha consciencia”, aduce la psicoanalista Mariela Michelena.
En el caso del padre es quien primero debe adaptarse e incorporarse a esa crianza de apego, que se basa en la compresión, la compasión, el amor y en ponerse siempre en esos zapatos de esa persona que apenas está comenzado a dar sus primeros pasos en la vida.
Dureza vs crianza respetuosa
En su libro Bésame mucho: criar a tus hijos con cariño y respeto, el pediatra Carlos González reclama que la sociedad es compresiva y flexible en muchos aspectos, menos con los niños para quienes tienen una serie de normas estrictas. “No tratan con el mismo respeto a los niños que a los adultos”.
“Lo recomendable es que todo se maneje por la intuición de la madre, pero hoy en día esa parece estar vendada por unas reglas rígidas de desapego”, resalta Michelena.
Entre las recomendaciones de la sociedad está no dar lactancia prolongada, prohíben dormir al bebé en los brazos y darle asistencia cuando lloran.
Sin embargo, el amantar y cargar durante horas al bebé es totalmente normal y está relacionado con el apego seguro, al cual también puede incorporarse el padre. “Casi todos estos mandatos tienen un punto en común: prohíben el contacto físico entre madre e hijo”, resalta González.
Pero ante esto se debe estar alerta, ya que si no hay un contacto físico la respuesta del dolor se activa, “una separación diaria de tres horas puede causar el suficiente estrés y conducir a la falta de desarrollo de los receptores de serotonina y oxitocina, ambas relacionadas con la felicidad. Por eso, los bebés deben sentirse bienvenidos en los brazos de los adultos”, enfatiza Narváez.
En este sentido, Michelena advierte que las necesidades del bebé no son sólo corporales, también tiene acuciantes necesidades afectivas. “Por ejemplo, tienen la necesidad de que los carguen en los brazos”, cita en su libro “Un año para toda la vida”.
Por su parte, el pediatra reconoce que cuando una madre escoge criar a su hijo sin estas limitaciones está más tranquila, pues cuando se apega a ese “déjalo que llore”, “no lo cagues” o “el bebé tiene que aprender” el estrés aumenta y el niño suele llorar mucho más, porque está reclamando un apego que es totalmente natural e inherente a su edad.
Romper con la educación rígida
Recuerde que para romper con esas conductas repetitivas, que tanto daño y trauma han dejado de generación en generación, es vital que tanto papá como mamá reconozcan sus emociones y puedan trabajarlas.
Tener compasión y responder con amor, a pesar de la saturación que como adultos podemos sentir, forma parte del respeto y de llevar a cabo una crianza respetuosa.
En cada episodio de llanto, pataleta o la mal llamada “mamitis reconozca como cuidador principal que ese niño está pidiendo ser mimado, amado y que solamente de su reacción dependerá que ese bebé se sienta seguro y a buen resguardo.
Si mamá o papá se sienten muy saturados es preciso que tomen un tiempo o respire profundo si está solo y no tiene ayuda. Evite los gritos, las palabras negativas y los castigos.
En caso de que no pueda hablar sólo abrace y contenga, “el abrazo transmite apoyo, aumenta la autoestima, mejora notablemente el estado de ánimo, la confianza y seguridad, eso se acentúa más si viene de una persona de cercana emocionalmente”, cita Sheldon Cohen una de las autoras de la investigación realizada en la Universidad Carnegie Mellon (Estados Unidos) sobre los efectos positivos del abrazo.
“Los niños que son abrazados no sólo se enferman menos, sino que al contenerlos les ayuda a recuperar más rápido sentimientos de rabia, nostalgia, tristeza y miedo. Es lo que les transmite fortaleza en momentos difíciles”, destacan.
¿Qué hace mamá con el agobio?
Que la madre se sienta agobiada y sin tiempo libre es normal. Es por ello que pediatras y psicólogos recomiendan mantener la calma y recordar que la necesidad de estar con la mamá es inherente al niño, que cuando este lo pide con llanto, pataletas o cualquier actitud poco amable simplemente está reclamando su tiempo de ser amado.
Puede resultar difícil tener que combinar el trabajo, el ser esposa y las labores de la casa con la demanda excesiva de los bebés, por lo menos hasta los 3 años de edad. Sin embargo, recuerde que ninguna situación es eterna y que su bebé crecerá, luego la demanda será correr, ir al parque o explorar en el piso, pero durante los primeros tiempos la contención y el apego son vitales para su salud emocional.
El padre debe involucrarse al cien por ciento y si a este proceso se le une otro integrante de la familia, sin intervenir y con respeto, es genial porque darán oportunidad a la madre de hacer otras actividades que la despejen un poco.