Hay que estar alertas ante las riñas escolares
Una simple búsqueda en Internet o en la red social Youtube da muestra de una realidad social que afecta a los jóvenes. Con palabras claves como “colegio” o “peleas escolares” se listan videos en los cuales niños o adolescentes se caen a golpes o se agreden física y verbalmente.
La peleas o riñas escolares son grabadas a través de celulares o cámaras, como una moda. Los encuentros ocurren no sólo dentro de aulas sino también en los alrededores de los planteles, en una fiesta juvenil o en un partido deportivo.
Además de lo preocupante que resulta la violencia escolar y su exhibición en las redes sociales, uno de los aspectos que debe llamar la atención de docentes y padres son las secuelas que ocasionan estos golpes. No han sido pocos los casos que se atienden en las emergencias de los centros asistenciales, donde llegan estudiantes con graves traumatismos.
“Ya no se trata de niños, sino de jóvenes con contexturas de personas adultas, que pesan entre 70 y 80 kilos y miden hasta un metro 70 de alto”, indica Nicolás Cárdenas, pediatra del Centro Médico Docente La Trinidad, en Caracas.
Entre las lesiones que se reportan, cuando se lanzan súbitamente contra el piso o se propinan puñetazos, están los traumatismos en la cara y en la cabeza, fracturas y lesiones en la columna vertebral.
No es tan simple
Aunque muchos adultos vean esas riñan como “cosas de muchachos”, es necesario prestarle atención a este problema y fomentar un clima de paz en los colegios y comunidades.
“La violencia escolar está presente en todos los estratos sociales, tanto en colegios privados, escuelas o liceos públicos e inclusive se ve en todas las edades”, refiere Fernando Pereira, de Cecodap.
“La violencia juvenil tiene repercusiones graves, que a menudo perduran toda la vida en el funcionamiento psicológico y social de una persona. Está considerada como un problema mundial de salud pública”, cita la Organización Mundial de la Salud.
Sin embargo, la misma OMS advierte que existen programas preventivos que han demostrado ser eficaces y que involucran a padres e hijos, “muchos de ellos, además de la asistencia médica, refieren el trato de la agresividad, la resolución de conflictos y adquirir las aptitudes sociales necesarias para resolver problemas de manera pacífica”.
Para evitar las riñas escolares es vital detectar y buscar medidas a tiempo, que guíen hacia una cultura de paz. Por ello, padres y educadores deben estar alertas no sólo ante el llamado “chalequeo” o “burla” sino también de las agresiones físicas y psicológicas, las cuales ocurren entre los compañeros y que pueden provocar bajo rendimiento escolar y hasta el abandono de los estudios.
En este sentido, la comunidad educativa debe intervenir y no dejar, como se acostumbra, a los muchachos a “defenderse solos”. Tiene que existir una instancia donde se pueda acudir en caso de agresión y conflicto.
Además, de hacer campañas, fomentar la convivencia y tolerancia en las comunidades y centros educativos, así como ayudar a los jóvenes a manejar la rabia y a solventar las diferencias por la vía del diálogo y no de la violencia.