Las almas gemelas existen, pero para que la relación funcione hay que trabajarla
Lidia Nester
Especialista en Medicina Complementaria y Alternativa
Coach, Maestra y Terapeuta Holístico
El amor es una de las emociones más profundas conocidas por los seres humanos. Hay muchos tipos de amor, pero la mayoría de las personas buscan su expresión en una relación romántica con un compañero compatible.
Para algunos las relaciones románticas son el elemento más significativo en sus vidas, porque les proporciona una fuente de profunda satisfacción.
Sin embargo, la capacidad de tener una relación sana y amorosa no es innata. El romanticismo y creencias como que las almas gemelas son una especie de entes “perfectos” y predestinados a aparecer en la vida de cada uno de nosotros, tampoco ayudan cuando la respuesta hormonal nos impele hacia otra persona.
El origen
Una gran cantidad de evidencia sugiere que la capacidad de formar una relación estable comienza en la infancia, con las primeras experiencias del niño con aquel que satisfaga sus necesidades de alimentación, cuidado, protección, estimulación, contacto social, aceptación y amor. Esas primeras relaciones establecen los patrones de relación que ese ser desarrollará a futuro.
Las fallas en las relaciones se deben a numerosas razones y su fracaso puede generar gran angustia.
La mayoría de nosotros tenemos que trabajar conscientemente, a fin de dominar las habilidades necesarias para cultivar una relación afectiva satisfactoria en los diferentes niveles del ser: físico, mental y espiritual.
Uno de esos elementos tiene que ver con las expectativas vinculadas al compañero. Es importante reflexionar sobre sí mismo y comprender que a quien elegimos como pareja viene a mostrarnos elementos que debemos concientizar para mejorar como personas.
Claro está, para beneficiarnos plenamente de ello, la relación debe haber avanzado más allá del primer estadio, aquel que corresponde a la atracción física o sexual y estar en un segundo nivel de contacto emocional. Por ejemplo, la necesidad de control, puede surgir de inseguridad personal, así como la colopatía, de falta de autoestima o amor propio.
Amar a quien no es
A veces exigimos a la pareja conductas o respuestas que no le corresponden, porque buscamos con ello llenar vacíos personales.
Entonces es conveniente revisar si aquello que esperamos del otro en realidad es algo que debemos trabajar. Por ejemplo, la exigencia constante de “detalles”, tales como llamadas telefónicas o contactos excesivos numerosas veces al día, ¿en qué se basa realmente? El tomar conciencia de ello y trabajarlo puede contribuir a generar relaciones más llevaderas.
La tendencia es a proyectar en la pareja nuestras fallas y carencias. Desde deficiencias afectivas, sufridas en etapas tempranas de la vida, hasta programaciones recibidas por nuestros padres, nos llevan a buscar una pareja virtualmente inexistente.
Lo que sucede en estos casos es que intentaremos “moldear” al candidato, con características que no le son propias. Durante un tiempo, pude ser que la persona soporte nuestras imposiciones y exigencias, pero al provenir de un modelo falso, en algún momento reaccionará, dejándonos con una gran interrogante ¿Qué sucedió con aquel ser que un día conocimos? Pues lo que sucedió es que jamás existió. Era alguien que simplemente intentaba complacernos.
Es importante comprender que intentar cambiar a otro es un irrespeto hacia su persona y que significa que no lo aceptamos como es.
Nos corresponde revisar de dónde proviene todo aquello que intentamos infundir en el otro y sobre todo descubrir por qué queremos hacerlo.
Si la otra persona no se corresponde con nuestro sistema fundamental de valores y creencias, es mejor simplemente apartarnos y dejar el camino libre para otra que manifieste dicha correspondencia.
Superar las diferencias
Todas las relaciones enfrentarán dificultades y el cómo la pareja las afronta es un claro indicador de su compatibilidad.
Más allá del romanticismo o del poder “infalible del destino”, rasgos como disciplina, estructura, interés en las actividades del otro y la capacidad de compartir el trabajo cotidiano, son el fundamento de una relación exitosa a largo plazo.
Otro indicador clave es la manera en que ambos resuelven los desacuerdos. Actitudes evasivas, procrastinar o culpar al otro, no son conducentes a una relación exitosa, por más apasionada que esta sea.
La realidad de la vida requiere de compromiso, coherencia, madurez y toma de decisiones en tiempo real.
Para concluir, pregúntese qué tipo de visión general tiene acerca de la pareja: ¿Cree que las cosas están destinadas a suceder; o cree que las cosas suceden como consecuencia del trabajo y el esfuerzo puesto en ellas?
La relación es un ente diferente a los miembros que la conforman, la cual debe alimentarse y contar con espacio y tiempo. Trate de darse cuenta de lo que puede controlar y lo que no.
Revísese a sí mismo y entienda que para ser realmente bueno en cualquier cosa (incluyendo las relaciones), miles de horas de práctica son necesarias.
Creo que las almas gemelas existen, pero para que la relación funcione es necesario trabajar con ella y comprenderla. Sobre todo, cultive la comunicación sincera, abierta y asertiva. La mayoría de las almas gemelas definitivamente no son telépatas.
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