Los engaños que crea la mente impiden conseguir la felicidad
Lidia Nester
Especialista en Medicina Complementaria y Alternativa
Coach, Maestra y Terapeuta Holístico
Cierra los ojos y durante 5 minutos intenta no pensar en nada. Si lo lograste, mis sinceras felicitaciones. Si no lo lograste, déjame decirte que eres parte del 99 de las personas. No puedes dejar de pensar, no sabes cómo.
Nuestra mente nos mantiene en una maraña de distracciones basada en una rueda interminable de inquietudes y preocupaciones: “¡Qué haré si esto no sale! … lo hice mal, me equivoqué … no sirvo para nada … la situación está caótica …. Colas y más colas … si fuera así, en vez de … tengo que hacer mercado … etc.”
¿Por qué? La mente es como un caballo salvaje. Todo el tiempo pensando. Pero, ¿Qué tanto piensas? ¿Qué tipo de pensamientos discurren por tu siempre inquieta mente? Generalmente, son dos tipos de pensamiento: los recuerdos, y las preocupaciones.
Los primeros pertenecen al reino del pasado, aquello que ya terminó, por lo tanto, no existen. Y los segundos, pertenecen al futuro, a lo que todavía no ha sucedido, por lo tanto tampoco existen. Y en eso se nos va la mayor parte del tiempo, entre el pasado y el futuro, por ende no vivimos.
El cerebro humano procesa diariamente unos 60 mil pensamientos, 80% son negativos pero “un entrenamiento con ‘neurofeedback’ permite usar esto a favor del individuo Foto: Pixabay
Nos pasamos la vida buscando una felicidad que jamás encontramos porque la ubicamos en reinos que no existen. Esa misma mente nos hace creer que: “Todo tiempo pasado fue mejor”, y que “En el futuro está la esperanza”.
La mente nos repite incesantemente que seremos felices si hacemos las cosas de tal o cuál modo, de acuerdo con un orden predefinido y antes de ciertas edades cronológicas y por ello nuestro ser confundido acude una y otra vez a esos tiempos inexistentes, para buscar la felicidad.
Podemos pasarnos toda la vida saltando entre tiempos y reinos imaginarios, o podemos detenernos de una vez, conocernos un poquito más y entender de una buena vez que la felicidad está en el único momento que existe: el presente.
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