Niños con sordera o hipoacusia pueden mejorar su calidad de vida
La sordera infantil o hipoacusia en los niños es un problema de salud relativamente común, por esto los padres deben estar muy atentos a las señales desde el nacimiento y durante la niñez, pues la detección temprana de cualquier patología es vital para la efectividad de los tratamientos a aplicar como medicamentos, cirugías, dispositivos y terapias, entre otras soluciones que sin duda ayudarán a mejorar la calidad de vida de los pacientes.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) 60% de los casos de pérdida de audición en los niños se deben a causas prevenibles. La primera alerta que se debe despertar en los padres es si el chiquillo no responde a los sonidos y más si estos llegan a ser molestos, tanto que llamarían la atención de cualquier individuo.
También es importante notar si se les dificulta, o incluso retrasa, el proceso comunicación por el habla, dado a que los niños aprenden a comunicarse por imitación de los sonidos que escuchan en su entorno.
Las evidencias mencionadas son algunas de las más comunes que llevan a detectar con facilidad si el niño sufre de sordera infantil o tiene deficiencia auditiva. Normalmente a los recién nacidos se les hacen pruebas iniciales para medir ciertos niveles de respuesta y en la medida que crecen las técnicas son variables para detectar el problema.
En otros casos el problema auditivo, parcial o total, puede presentarse durante la niñez o adolescencia y las causas en ambos casos son múltiples.
“La pérdida de audición puede deberse a causas genéticas, complicaciones en el parto, algunas enfermedades infecciosas, infecciones crónicas del oído, la exposición al ruido excesivo y el envejecimiento, así como el empleo de determinados fármacos (como antibióticos aminoglucósidos especialmente la gentamicina, estreptomicina y neomicina. Medicamentos aplicados durante la quimioterapia para el tratamiento del cáncer como la ciclofosfamida, cisplatino, bleomicina y carboplatino)”, cita la OMS.
En el caso de la sordera congénita puede darse por mutaciones o cambios genéticos, incluso en muchas ocasiones sin factores asociados. También la hipoacusia puede devenir de una lesión o la exposición prolongada a ruidos muy fuertes y constantes, como el uso indebido de audífonos u otros aparatos tecnológicos cuando aún no se ha dado el proceso de maduración auditivo.
En cualquiera de sus formas el niño puede mostrar varios grados de dificultad para escuchar y entender los sonidos que se producen a su alrededor, así como cambios notorios en el habla.
Cuando la afección llega con el tiempo
Existe preocupación entre los especialistas por los daños auditivos que están ocasionando los equipos de última tecnología y más cuando no son controlados por los cuidadores primarios.
En ocasiones la exposición directa de la música, video o película al oído es exagerada. De hecho, se ha vuelto común que padres o maestros se quejen de que niños y adolescentes conversen a gritos, pues ya no escuchan ni atienden cuando se les habla en un tono moderado y normal.
Para la terapista del lenguaje y especialista en audiología clínica, Perla Moros, la utilización de estos equipos (en especial los que usan audífonos) pueden ocasionar sordera (temporal o parcial) además de infecciones en los canales auditivos, “dado a que muchos de estos audífonos se pasan de una persona a otra” o no se tiene la higiene adecuado ante su uso. “Los chamos tienden a prestarse esos aparatos entre sí y esto puede provocar una infección micótica del conducto externo”.
El uso no contralo de estos equipos, incluso sin usar audífonos, dejan huellas notables. “Si un niño tenía una audición normal se le va deteriorando paulatinamente a medida que va aumentando el tiempo de exposición y el volumen”.
Refiere que existen signos de alarma como “trastornos en las frecuencias agudas, que son las que nos permiten comunicarnos. El usuario permanente de estos equipos comienza a tener problemas con el tono de voz, la pronunciación de las S y pérdidas de los sonidos”.
Otro signo de alarma que refiere Moros es el tono de voz alta, “así como dispersión en el área escolar (precisamente porque no escucha bien); tendencia a aumentar el volumen del televisor o de la radio o que los demás tienen que hablar a gritos para poder escuchar”.
En este caso, explica, el daño en la audición es adquirida porque el niño o adolescente no nació con tal deficiencia auditiva, “sino que se produjo por la exposición directa del ruido al oído. Por lo tanto, es necesario controlar tiempo de exposición y volumen a un número determinado de horas, la misma que se imponen para la computadora”.
¿Qué hacer?
Si un niño no pasa la prueba de audición es vital consultar a un audiólogo, quien es el médico especializado para tratar la enfermedad o afección temporal.
El tratamiento correcto sólo se logrará al llegar a las manos especializadas en el tema de la sordera o hipoacusia. “El audiólogo que evalúa al niño utilizará ciertos métodos básicos para determinar si el pequeño tiene pérdida de audición y, de ser este el caso, el tipo y grado de pérdida auditiva”, cita la Asociación Americana del Habla, Lenguaje y Audición (ASHA).
Recordemos que el dar con las personas adecuadas ayudará al pequeño a desarrollarse social y emocionalmente. “Los audiólogos brindan directamente algunos de los servicios necesarios, mientras que otros los proporcionan otros profesionales capacitados, como los patólogos del habla y el lenguaje, los maestros para sordos e hipoacúsicos, los trabajadores sociales o los terapeutas ocupacionales”, indica.
El no dar con los profesionales adecuados ni cumplir con el tratamiento correcto “puede afectar el éxito o fracaso del niño en otras esferas”.
Para lograrlo los dos factores que contribuyen principalmente al uso exitoso de la audición residual son “la amplificación o tecnología asistencial apropiadas (auxiliares auditivos, implantes cocleares o sistemas FM) y un ambiente acústico favorable en el que se reduzca o elimine el ruido”.
También cuenta la prevención que se obtiene a través de la revisión anual y la educación sobre el uso seguro de equipos de sonido y otros aparatos de moda, cuyo uso inadecuado lleva a la pérdida auditiva. “Es importante realizar durante la etapa escolar no sólo pruebas oftalmológicas y de lenguaje sino también auditivas, a fin de detectar a tiempo cualquier lesión que pudiera estar afectando el rendimiento escolar”, indicó Moros.
¿Cómo ayudarlos?
La Asociación Americana del Habla, Lenguaje y Audición define que la pérdida de audición puede ser permanente o temporal, además de bilateral (ambos oídos) o unilateral (un oído).
Los niños con discapacidad auditiva los podemos ayudar con ciertas técnicas. Recordemos que “la capacidad del niño de oír tiene influencia sobre el desarrollo de la comunicación y las destrezas de comportamiento. La pérdida de audición también puede afectar la interacción social, el desarrollo emocional y el aprovechamiento escolar”, advierte ASHA.
Estos son algunos consejos para mejorar su calidad de vida:
• Apoyarse en la tecnología. Existen una serie de aparatos que sin duda ayudan a mejorar la audición y por ende aumenta la calidad de vida de los pacientes. Algunos de ellos son implantes cocleares, que han ayudado a niños con sordera severa. También están los implantes de conducción ósea y accesorios inalámbricos para mejorar la capacidad auditiva.
• Apoyarlos con elementos Visuales. Utilizar pizarras para dibujarles o escribirles puede colaborar con su proceso de aprendizaje grabando en su mente de manera más fácil.
• Enseñarlos a leer los labios y expresiones faciales. Leer los labios y saber percibir las expresiones del rostro son dos apoyos muy importantes para los niños con este problema. Para lograrlo existen muchos ejercicios y técnicas que los terapistas pueden enseñar.
• Propiciar el trabajo en equipo. Enseñar a los niños a trabajar en equipo y apoyarse en otras personas sin la sensación de sentirse disminuidos es fundamental.
• Generar fortaleza psicológica. Generar acompañamiento psicológico es básico para mejorar la calidad de vida de niños con esta dificultad.