¿Qué hacer para no perder la paciencia con los hijos?
Eduque siempre desde el amor, haga uso del diálogo, la negociación y la explicación lógica. Recuerde que imponer o usar los métodos premio/castigo al final no llevan al camino que buscamos como padres. Esa sin duda, es la clave.
Perder la paciencia a todos nos puede pasar. La mamá de Daniel Alberto de 15 años de edad y Vanessa de 7 años, confiesa que se ha vuelto intolerante y ha llegado a pegarles o los ha agredido verbalmente, “porque me han sacado de mis casillas”.
En realidad, somos seres humanos y nos equivocamos, pero también tenemos la capacidad de rectificar y deshacer lo que no conduce a una educación de paz y amor hacia nuestros hijos.
Es entendible que hoy día con la presión económica, los deberes de la casa, el trabajo, e inclusive hasta la misma situación política de un país, los padres por muy ponderados que parezcan se salgan de sus cabales en algún momento y se vuelvan agresivos con sus hijos y su entorno.
Peor aun cuando existen diferencias de edad entre los hermanos y tienen que lidiar con adolescentes o con niños de diferentes sexos. A veces contar hasta diez no es suficiente y se hace necesario colmarse de paciencia para poder sobrellevar muchas de las situaciones que se plantean en el hogar. Sin embargo, ese respiro, conteo o pausa lo ayudarán a calmarse y posteriormente a actuar con más claridad.
Si escuchamos a los niños de esta generación podremos entender que no están dispuestos a timbrarse, como lo hicimos nosotros, sólo con una mirada. Los chicos de ahora exigen entender el porqué de los hechos y usted verá que al dar explicaciones lógicas otros será el escenario en su casa.
No cubra el diálogo con lo material para suplir su ausencia física, eso jamás sustituirá el abrazo y el diálogo que debe compartir con sus hijos.
Si bien es cierto, que es difícil mantener la tranquilidad cuando se llega a la casa después de un arduo día de trabajo y uno se encuentra que los hijos tienen todo desordenado, que no han hecho las tareas, que están comiendo frente a la televisión o que no se han despegado de la computadora, existen algunas recomendaciones que permiten controlar el estrés emocional por los cuales pasan los padres.
Algunos consejos
Una de las situaciones más comunes es gritar y ser impositivo con los hijos. Es necesario mantener la firmeza pero con calma y sin dejar llevarse por el estado de ánimo del momento.
Los patrones de autoritarismo no funcionan ni son los adecuados si desea educar a sus hijos en un ambiente de paz. Si usted se encuentra estresado y le provoca darle una nalgada o un bofetón, deténgase y cálmese porque sólo así conseguirá una solución.
En este caso es válida la recomendación de contar hasta 10, dado que en un estado de estrés emocional uno es capaz de agredir física y verbalmente, decir y hacer cosas que ni la pensaría en estado de tranquilidad.
Es bueno que se tome un tiempo para usted, a fin de canalizar ese agotamiento y presión a la cual está sometido. Aquí es válido desde una peluquería para las mamás o unos masajes para ambos padres, si quieren sentirse bien con ellos mismos. Los ejercicios son fundamentales: caminar, practicar yoga o realizar alguna actividad diferente a la rutina diaria.
Cuando sus hijos se alteren recuerde que algo deben estar reclamando, que puede ser un llamado de atención hacia los padres. Respire profundo y ofrézcales no sólo alternativas sino respuestas lógicas y explicaciones del porqué no se puede ir a una fiesta o no se puede comprar algo, por nombrar algunos casos.
Otra de las situaciones que más enardece a unos padres son las peleas entre hermanos y las cuales reflejan muchas veces la agresividad existente en el medio. A criterio de algunos especialistas, es necesario dejar que los hijos discutan, evite alzar la voz y tomar partido por uno u otro. Asimismo, otra recomendación es calmar las tensiones y llevar la discusión a un plano en el que pueda haber reconciliación.
Finalmente, vivimos en un momento de mucha presión mundial y debemos aprender también a canalizar nuestras emociones, no sólo para ayudarlos a ellos a enfrentar la vida sino también para que nosotros podamos disfrutar de nuestra condición de padres y compartir con ellos las diferentes etapas de su crecimiento, sin perder la firmeza en los casos que sea necesario.