Cambios de esquemas son propicios para enseñar a los hijos a sacar provecho de la adversidad
La realidad que estamos viviendo va a requerir de seres humanos más completos desde muchos puntos de vista, incluso más allá de la preparación académica que podemos darle a nuestros hijos.
La adversidad de estos tiempos ha generado el replanteamiento de muchas actividades escolares, recreativas y extracurriculares que solíamos hacer de una manera tradicional.
Ahora es necesario reinventarse y buscar alternativas para continuar las labores con ánimo, disciplina, perseverancia y orientación al logro de objetivos a corto y mediano plazo.
Hasta los niños y jóvenes están transitando este proceso de reinvención y adaptación. Incluso, caminan mejor que los adultos hacia nuevos procesos de aprendizaje y forma de ver la cotidianidad, igualmente manejan otros niveles de equilibrio emocional y de valoración de los acontecimientos.
Las formas y métodos de educación usados mundialmente han cambiado para sobrellevar la pandemia por Covid-19. En estos momentos padres, maestros y nuestros hijos requieren de un esfuerzo adicional para llevar los procesos de manera distinta y lograr los resultados deseados o al menos acercarse a ellos.
Con un nuevo enfoque
Estamos a punto de crear una nueva ruta educativa, en la que el manejo de las emociones cuenta y mucho, así lo afirma el profesor Yual Noah Harari, con doctorado en la Universidad de Oxford y ahora catedrático en la Universidad Hebrea de Israel.
Asegura que la nueva enseñanza debe estar basada en las cuatro C, “estas son pensamiento crítico, comunicación, colaboración y creatividad con ayuda de la filosofía. Lo más importante será lidiar con el cambio, aprender cosas nuevas y preservar el equilibrio mental en situaciones desconocidas”.
Para ello, asegura, “las escuelas deberían maximizar las habilidades técnicas y comunicativas para la vida” más allá de la pandemia, pues ahora se abrieron nuevos escenarios.
Cambios en los hogares
Pero los cambios en la manera de educar, aplicando ahora habilidades emocionales, tampoco deben ser exclusivos de los centros educativos, pues en los hogares también debe ocurrir lo mismo.
El punto de éxito está en insistir sobre la necesidad de dedicar más tiempo de calidad a los hijos, basado en la comunicación constante que permita enseñar con ejemplos claros cómo sacar el mejor provecho de la adversidad.
Esta coyuntura debe servir para que las generaciones futuras hayan aprendido, desde la infancia, a ser flexibles y fuertes psicológicamente ante las diferentes situaciones de la vida.
Si nuestros niños y adolescentes logran comprender e interiorizar que debemos aprender a vivir en situaciones de riesgos e inestabilidad, sacarán siempre el mejor provecho en adversidad y llevarán los momentos difíciles de manera positiva.
Nosotros, como padres, tenemos el reto de modelar en ellos la capacidad de toma de decisiones rápidas y buen manejo de los sentimientos de frustración, con la finalidad de que logren ver los problemas como oportunidades.