El juego al aire libre ayuda en el aprendizaje del niño
En estos tiempos, los padres nos esmeramos para que nuestros hijos sean los más destacados en la escuela. Y todo comienza desde muy temprana edad, desde el jardín de infancia, cuando nos dedicamos a que nuestros niños aprendan el abecedario, los números desde el uno hasta … quién sabe cuánto; los colores, que lean, escriban y pare usted de contar, toda la cátedra de conocimiento que terminan adquiriendo con la mejor intención: que sean los mejores en su clase.
A este aprendizaje, le sumamos el tiempo del esparcimiento con artefactos electrónicos como computadoras, juegos de video, tabletas o celulares, y nos sentimos bien orgullosos porque allí también están aprendiendo.
Todo lo anterior es maravilloso hasta que uno se detiene a pensar si realmente ¿estamos haciendo lo correcto?, ¿en dónde quedaron los momentos de juego al aire libre?, ¿de convivencia con otros niños?… Y de pronto se escucha un profundo silencio.
Fuera de la casa
Según un artículo escrito por la terapista ocupacional Angela Hanscom, esta falta de tiempo compartido con otros infantes, al aire libre, les resta habilidades para socializar con otros niños.
“En la escuela, este tipo de niños son académicamente destacados, brillantes, pero pudiesen presentar algunos inconvenientes con las habilidades de compartir, tomar turno, así como de tener problemas a la hora de controlar sus emociones, y pueden hasta desarrollar ansiedades y problemas sensoriales”, explica Hanscom.
Según una entrevista hecha por la terapista a un director de una escuela progresista, con amplia experiencia en niños en edad preescolar, el comportamiento de los chicos ha cambiado rápidamente en las generaciones recientes. “Los pequeños son simplemente diferentes. Ellos se frustran y lloran con frecuencia”. A lo que añadió que están menos atentos y más inquietos.
La terapista ocupacional explica que los chicos están mayormente en una posición vertical. “Es raro encontrar a niños rodando hacia abajo por una colina, trepándose en un árbol y dando vueltas en círculos sólo para disfrutar. Los tiempos de receso se ha acortado en las escuelas por el incremento de la necesidad educacional.”
Los chicos cada vez juegan menos afuera por miedo de los padres, por un asunto de responsabilidad y de falta de tiempo. “Seamos sinceros. Los niños que no se mueven lo suficiente pudiesen empezar a ser un problema”, señala Hanscom.
El jugueteo y la intranquilidad constante pueden convertirse -segun la terapista- en un gran problema en la escuela. Es un indicador que el niño no se está moviendo lo suficiente durante el día. “Necesitamos resolver este problema. Los tiempos de receso deben ser mas largos, ellos necesitan mas horas de juego al aire libre, en orden de establecer un sistema sensorial saludable que permita incrementar el nivel de atención y comprensión en el salón de clases”.
Con información de washingtonpost.com