Cuando el bullying lo hace el maestro
“Mamá no me dejes más en el colegio, no quiero volver”, esa frase causó un quiebre en Verónica Suárez cuando una mañana llevaba a su hijo de 5 años de edad a la escuela sin imaginar que el bullying lo hacía la maestra.
El niño vomitó en el carro y más que una petición, aquellas frases repetitivas se convirtieron en súplica y síntomas físicos que expresaban temor. “La maestra me grita mamá”, decía el pequeño una y otra vez.
“No entendí lo que pasaba y lo obligué a quedarse en el preescolar, que era de mi absoluta confianza. Fui a dejarlo en el salón y algo cambió cuando vi como la maestra, molesta por el comportamiento de mi hijo, lo tomó por un brazo y lo sentó en la silla”, narró.
En ese instante Verónica pensó que aquella actitud era algo puntual y de humanos, “pero cuando ese día le pregunté a mi hijo cómo le había ido comenzó a llorar de nuevo. Me dijo: `esa maestra es mala mamá, muy mala, le grita a los niños’”.
Al día siguiente se repitió el episodio de pánico, así como la molestia de la maestra. “En ese momento decidí llevármelo, presté más atención a sus emociones y conversé con él. Esa mañana me abrazó y me dio las gracias por no dejarlo en el salón”.
La mamá generó el ambiente de confianza, lo calmó y el niño le contó: “la maestra cierra la puerta del salón y dice que si nos portamos mal nuestros padres no vendrán a buscarnos más nunca. ¿Qué hago si tú no vuelves?”, expresó llorando.
También le contó sobre amenazas, “dice que nos va a botar el bulto a la basura. A un amigo se lo hizo y yo no quiero que a mí me lo haga. Cuando no le gusta una tarea la arruga y la bota diciendo `no sirves para nada“, narró el niño a su madre.
Ante la queja de Verónica en dirección las autoridades del colegio tildaron al niño de “mentiroso”. Sin embargo, el escolar estaba tan afectado que debió recibir ayuda psicológica por sufrir ataques de ansiedad a raíz de lo vivido en el aula de clases. “Lo cambié de colegio y mi hijo volvió a ser el mismo que le encanta ir a clases. Muchas veces, por comodidad o desmeritar a los escolares, los colegio no actúan”.
Su deber es cuidar, pero ataca
Para ser maestros es necesaria la preparación académica, pero también la emocional porque esa persona trata con niños y adolescentes sensibles que están en pleno proceso de formación. Cualquier frase, actuación, grito o castigo, por citar algunos casos, afectan emocionalmente al niño y más cuando viene dirigido por quien es la autoridad y guía del salón.
Es fácil hablar de bullying y pensar en un niño acosado por otros, más no en un maestro aprovechando su “poder” y la minusvalía del escolar.
Para el docente de hoy en día, lamentablemente, evitar gritos, amenazas y violencia en las aulas de clase es todo un reto, que en algunos casos ha incrementado la conducta inadecuada de los maestros y alumnos dentro del recinto educativo.
“Definitivamente cualquier persona no está preparada para enfrentar el reto de pararse en un salón de clases y lograr atención y empatía, esa que le permita llevar el proceso de aprendizaje en armonía y con respeto”, opinó Verónica Suárez, madre de un niño en edad escolar.
Para un alumno estar sometido a humillaciones, amenazas y distintas formas de ensañamientos, genera diferentes niveles de maltrato que se traducen en conductas psicológicamente complejas, muchas veces en depresiones, cuadros de ansiedad severos y en casos extremos contribuye al suicidio.
También pueden tener manifestaciones gastrointestinales, insomnio, enfermedades psicosomáticas y daños al sistema inmunológico, entre otras afecciones.
Cómo identificar el acoso escolar
Los maestros deben tener cualidades especiales, estar llenos de mucha tolerancia y amor para lograr establecer vínculos de respeto mutuo en los salones de clase. Cuando esto no sucede se instauran otro tipo de conductas tóxicas dentro de los salones de clases.
“El acoso escolar también puede venir de parte del profesor. Existen varias formas de abuso de poder en el aula, muchas de ellas normalizadas”, aduce el psicólogo Ramón Soler en su artículo Bullying: cuando el matón es el profesor.
Con frecuencia en su consulta recibe casos de acoso escolar en los cuales el victimario es el maestro. “Recibimos familias desesperadas por los malos tratos que sufren sus hijos a manos de algún profesor. Son situaciones extremadamente dolorosas para los niños, ya que les maltrata quien, supuestamente, es el adulto responsable que debería protegerlos”.
Aunque Soler hace la salvedad que hay realmente educadores enfocados en el bienestar del niño y que dejan huellas positivas durante el proceso educativo, hay otros que se hacen indiferentes ante el bullying entre compañeros de clases o lo aplican ellos al castigar; dejar en ridículo al niño en público; gritar; dar golpes en la mesa y dañar los trabajos que hacen los estudiantes.
“Algunas de estas prácticas son tan habituales en la mayoría de los colegios que imagino podría parecer una ofensa llamarlas acoso o bullying, pero lo cierto es que la víctima lo vive como tal y que las consecuencias son tremendas para la personalidad de los pequeños”, dijo el especialista.
Otro de esos casos graves e institucionalizados en los colegios se da ante la inacción del profesorado ante el bullying entre compañeros o cuando las autoridades escolares no hacen nada ante la denuncia de los padres.
Fuente: Cuerpoymente.com